Francisca Alcalde recorta, guarda y pega stickers, servilletas y panfletos que recolecta en diferentes cajas y bitácoras. Con ellos, y a través de sus manos, examina los rastros materiales que hacen eco del imaginario fantástico y pop que marcó a quienes nacimos a comienzos de los años noventa. Es diseñadora gráfica y directora de arte en Galio y Adelante Estudio, pero también es mamá y hermana y pareja. Francisca es muchas cosas y a veces parece olvidarlo.
Me reuní con Francisca en su departamento para conversar sobre lo que ha influido en su trabajo como diseñadora, sus exploraciones visuales y cómo se puede pensar a través de las cosas.
Me reuní con Francisca en su departamento para conversar sobre lo que ha influido en su trabajo como diseñadora, sus exploraciones visuales y cómo se puede pensar a través de las cosas.
Javiera: Bueno, para empezar, ¿estuviste en la Universidad Diego Portales estudiando Diseño, ¿cierto?
Francisca: Sí, pero antes de eso, estudié Artes Visuales en la Universidad de Chile. Estuve allí un año completo, hasta que me quedé embarazada. Estudié todo un semestre así y cuando nació mi hija, la Domi, decidí congelar la carrera. La maternidad me cambió la perspectiva de muchas cosas y empecé a cuestionarme si el arte realmente iba a poder darme lo que necesitaba, teniendo que cuidar a una hija. Aunque, debo decir que yo nunca me había metido en el arte con la intención de ser artista.
Javiera: ¿Qué te motivó a estudiar Artes Visuales en primer lugar?
Francisca: Sabía que tenía una sensibilidad hacia lo estético, y por eso sentía que debía estudiar algo relacionado con eso. Pero en ese momento, no tenía idea de lo que era el diseño, no conocía diseñadores, ni sabía que existía como carrera. Así que lo que podía relacionarse con esos intereses era estudiar artes visuales.
Javiera: ¿Pero había algo en tu vida que ya estuviera relacionado con el arte?
Francisca: Sí, cuando era chica, mi mamá nos alentaba a mis hermanos y a mí a hacer manualidades, dibujar y pintar. Entonces, ya tenía esa aproximación con lo visual. A los 14 años empecé a interesarme más en el arte, y fue cuando conocí a Andy Warhol, que es un artista bien típico, pero su trabajo me llegó a fascinar. Desde ahí, quise saber más sobre él y su obra. A pesar de eso, no tenía muy claro lo que quería hacer; solo sabía que me interesaba lo visual.
Javiera: Creo que ese es un problema común entre quienes estudiamos arte, a menos que ya se tenga un entorno cultural cercano. Yo, por ejemplo, también entré a estudiar arte sin saber realmente qué implicaba ser artista.
Francisca: Exacto, estudiar arte no es solo entrar a la carrera, titularte y luego empezar a trabajar. Entras, y ahí te enfrentas a un montón de dificultades y obstáculos.
Javiera: Entonces, después de congelar, ¿cuándo decidiste cambiarte de carrera?
Francisca: Cuando quedé embarazada, nunca me planteé dejar la carrera, siempre pensé que solo la iba a congelar y luego volvería. Pero cuando nació mi hija, me di cuenta de que estaba viviendo una experiencia completamente diferente a la de mis amigos, porque tenía otras prioridades. La maternidad. Estaba mucho tiempo con una recién nacida, y eso me llevó a cuestionarme muchas cosas, a preguntarme qué quería hacer con mi vida. Aunque no lo tenía claro, sabía que no quería sólo quedarme encerrada en mi casa.
Javiera: ¿Cuántos años tenías en ese momento?
Francisca: Tenía 20. En un momento, me obsesioné con la idea de ser enfermera, pero pronto me di cuenta de que no tenía ninguna relación con las ciencias. Entonces, fui a ver a un orientador vocacional, y más que darme una respuesta clara sobre qué carrera seguir, me ayudó a reforzar mi interés por lo visual y lo estético.
Javiera: ¿En qué momento apareció el diseño?
Francisca: Fue gracias a una amiga, que estaba pololeando con un diseñador, y nos hicimos amigos. Ahí fue cuando empecé a darme cuenta de que existía el diseño como carrera y que tenía un enfoque mucho más práctico que el arte, porque respondía a necesidades específicas. Cuando entré a estudiar Diseño, mi enfoque era súper pragmático. Pensaba que tenía que sacar la carrera rápido porque ya tenía una responsabilidad mayor a la que responder. Los primeros dos años fueron súper intensos, de mucho trabajo, pero después me pude relajar un poco más.
Javiera: Y cuando empezaste a estudiar Diseño, ¿qué pensabas que era el diseño gráfico? Porque antes, la idea del diseño gráfico era mucho más limitada que hoy. Por ejemplo, yo lo asociaba con revistas o libros.
Francisca: Claro, cuando empiezas a estudiar Diseño, se tiende a pensar que los diseñadores gráficos hacen revistas, libros o afiches. Esa fue la idea que yo también tuve mucho tiempo. Pero luego me di cuenta de que muchas cosas que me gustaban cuando era chica tenían relación con el diseño gráfico también. Mi mamá traía a la casa las revistas Colors de Tibor Kalman, que regalaban en Benetton, y me fascinaban. Aunque eran revistas con contenido muy político, el diseño y la fotografía eran impresionantes y eso era lo que me llamaba la atención a mi. También recuerdo que, cuando chica, hacía collages y creaba revistas chiquititas que regalaba a mis amigas y familiares para sus cumpleaños, basadas en sus personalidades.
Javiera: Les hacías moodboards.
Francisca: ¡Sí! Moodboards, totalmente, pero hechos completamente a mano. También hacía collages organizados por colores, y poco a poco me di cuenta de que muchas de las cosas que me gustaban estaban relacionadas con lo que hacía un diseñador gráfico, pero a mi manera.
Javiera: Ahora los jóvenes, gracias a internet, tienen mayor conocimiento de que existen otros rubros y trabajos relacionados con el diseño, incluso súper específicos, como la dirección de arte, o el styling.
Francisca: Exacto, ahora hay mucha más apertura en el mundo del diseño. Hace diez años, no existía la misma noción de diseño que existe hoy. Hoy, los jóvenes pueden entrar a la universidad y dedicarse a la fotografía, dirección creativa, moda… hay muchas más opciones y un acceso directo a esas profesiones. Se han profesionalizado un montón de cosas que antes ni existían.
Javiera: ¿Hubo algún momento o experiencia académica durante tu formación que haya marcado un cambio importante en tu manera de trabajar?
Francisca: Pensándolo bien, no sé si hubo un solo evento o hito, pero sí me marcó mucho darme cuenta de que lo que estaba haciendo, lo que me interesaba, era lo mismo que me gustaba cuando chica. Incluso sin saber que había cosas que habían sido hechas por diseñadores, como las revistas Colors o Fibra, me llamaba la atención que esas cosas se volvieran en un gusto constante.
Javiera: Es muy lindo ese momento en el que descubres que tus intereses están plasmados en el trabajo de otra persona. Ver esos intereses plasmados en algo tangible, como un libro o una revista. Es como si tu mundo interno se encontrara con el de otra persona para expresarse a través de algo material.
Francisca: Totalmente. Fue muy importante para mí darme cuenta de que lo que me gustaba estaba ahí, en el trabajo de otros, y tratar de entender cómo esas personas habían logrado hacer esas cosas. Me pasaba mucho con artistas, fotógrafos y especialmente con las revistas. Desde muy chica también me gustaba recortar imágenes que salían en revistas y guardarlas en cajitas para luego hacer cosas con ellas.
Javiera: Relacionado con eso, ¿cómo percibes tus trabajos? ¿Los ves como exploraciones gráficas, como obras, o como experimentos? Hoy está de moda el diseño digital e intangible, pero a mí me relaja ver el rastro analógico y concreto que es característico de tu trabajo personal.
Francisca: Nunca me habían hecho esa pregunta. Pero sí, estoy de acuerdo que hay un tema con lo análogo. Siempre he coleccionado cosas como servilletas, recortes de revistas, stickers... y luego me gusta usarlos para componer.
Javiera: Es interesante, porque trabajas con cosas que no creaste tú, sino que son formas preexistentes. Es una decisión consciente.
Francisca: Sí, totalmente. Y creo que todavía no lo he podido explorar lo suficiente. Para mí, lo que hago son experimentos. A diferencia de los encargos, que son proyectos cerrados, mis trabajos personales se desarrollan dentro de una búsqueda constante, una manera de construir imágenes a partir de fragmentos que me parecen atractivos, a los que les voy dando un relato.
Javiera: Son desplazamientos que te hacen ver cómo algo cambia completamente cuando se saca de su “contexto natural”, por llamarlo de alguna forma, y se coloca en otro lugar.
Francisca: Sí, es algo que hago de manera bastante intuitiva, porque llevo tanto tiempo haciéndolo que ya me resulta natural. Pero siempre tomo decisiones muy conscientes sobre la paleta de colores, la disposición de los elementos y el estilo de la composición. Aunque muchas veces comienzan como ejercicios, algunas de esas piezas terminan convirtiéndose en derivas inesperadas, como la serigrafía del gato, por ejemplo.
Javiera: Componer es clave, y creo que a ti te sale de manera muy fluida. De hecho, es algo que quise volver a ejercitar durante la pandemia porque sentía que era débil en ese aspecto. Creo que es algo que el diseño te enseñó a manejar mejor, ¿no?
Francisca: Para mí, componer es un proceso muy intuitivo, pero eso no quita que haya decisiones que tomar. Y sin duda, el diseño me ayudó a reforzarlo y convertirlo en un trabajo constante. A veces, los trabajos y ejercicios están situados dentro de espacios muy limitados, pero lo bonito de componer es que es un proceso libre, y eso me costó entenderlo.
Javiera: Es interesante pensar cómo, por ejemplo, los surrealistas usaban el collage para juntar cosas que en la realidad no podrían convivir. Y a través de esa técnica hacían aparecer elementos de lo onírico, como esos monstruos o ángeles característicos de sus piezas. Aunque a veces a una no le gusten esos resultados, es interesante pensar cómo esa técnica permite reunir elementos muy dispares gracias a ti. Porque tú te conviertes en quien selecciona y filtra, como pasa en los sueños. Es parecido a lo que pasa también en una casa, donde las cosas de tu hija, tu pareja y las tuyas conviven.
Francisca: ¡Totalmente! Soy muy Cáncer en ese sentido. Me encanta que la gente pueda venir a mi casa y ver las cosas que tengo y que me gustan. Es muy importante para mí que mi espacio refleje todo lo que me hace sentir cómoda, lo que me gusta, y que pueda contener las cosas que necesito para trabajar.
Javiera: Me hace mucho sentido. Se vuelve importante la creación de un ecosistema creativo que vuelve coherente quién eres y qué haces.
Francisca: A veces me cuesta hablar de lo que me gusta o me motiva, pero mis collages, mis dibujos, mi casa... todos estos elementos hablan de mí mucho mejor de lo que yo podría hacerlo.
Javiera: Eso muestra que tienes claro quién eres y tu identidad como diseñadora.
Francisca: No lo sé, siento que estoy en una constante búsqueda, algo que ni siquiera puedo nombrar porque todavía me queda mucho por explorar.
Javiera: Tienes un fanzine que se llama “Me cuesta mucho terminar las cosas por miedo a echarlas a perder” (Pupi club, 2019). ¿Cómo surgió?. Me resulta muy atractivo que el formato de la publicación sea grande ya que se sale del formato tradicional de fanzine que suele circular aquí.
Francisca: Surgió por una invitación de Nati de Pupi club. Tenía algunos dibujos que venían de libros pedagógicos infantiles, y me gustaba la relación que se generaba entre las ilustraciones y los collages. Y sí, a mí me encantan los formatos grandes o muy pequeños, siempre estoy buscando maneras de salirme de los formatos tradicionales.
Javiera: ¿De verdad te da miedo terminar las cosas por miedo a echarlas a perder?
Francisca: En un minuto el nombre se volvió muy real. Tengo muchos proyectos personales que no he terminado por miedo a no hacerlos bien.
Javiera: ¿Pero, quién juzga el resultado?
Francisca: Claro, ¿a quién le importa? Pero se convierte en un diálogo conmigo misma. Y para avanzar, a veces necesito el apoyo de otros.
Javiera: ¿Qué lugar ocupa tu familia en tu trabajo?
Francisca: Se ha vuelto fundamental hablar constantemente con otros al momento de crear porque eso me permite descubrir nuevas cosas e intereses. Trabajar con mi familia, con Tomás Dintrans en particular, con quien tenemos Adelante Estudio, ha sido muy estimulante. Hemos ido construyendo el proyecto poco a poco, y espero que algún día podamos dedicarnos completamente a él. También nos ha costado, obviamente, porque implica discutir mucho para poder llegar a acuerdos.
Javiera: Claro, el roce propio de trabajar con otros se vuelve aún más difícil cuando ese otro es, además, tu pareja.
Francisca: Muchísimo, pero yo amo Adelante Estudio. Yo creo que tiene que existir y que va a seguir existiendo.
Javiera: Volviendo a tu proceso de trabajo personal, vi que sueles ir conformando bitácoras. Algunos de los ejercicios que más me llamaron la atención fueron las “versiones fran” de referentes fotográficos, como animales o flores.
Francisca: Esa es una fase que aún no he podido explorar del todo.
Javiera: Los entendí como ejercicios para “ablandar” el mundo. Lo relacioné con los objetos kawaii y cómo se pueden convertir en una vía para lidiar con la realidad contemporánea que es muy áspera y dura pero que funcionan, precisamente, porque insisten en aparecer de forma amable y blanda.
Francisca: Creo que se relaciona con lo que decía al principio. Finalmente, todo tiene relación con las formas, con lo que me gusta y lo que me rodea. Para mí, el diseño no es algo que dejo de hacer cuando salgo del trabajo, es una forma de ser.
Javiera: Es necesario insistir en eso. Hoy, cuando la gente hace tantas cosas, lo importante es cómo dejas tu sello en lo que haces, no importa lo que eso sea. Eso termina expresando tu manera personal de aproximarse al mundo.
Francisca: Sí, totalmente. Por eso, el diseño para mí se ha convertido en un estilo de vida. Yo soy así, y trato de llevar esa visión a todos los aspectos de mi vida.
Escucha la playlist que Francisca elaboró como
complemento a esta entrevista.